jueves, 1 de agosto de 2019

11. De Valdestillas a Valladolid


Para los constructores de puentes
Obra del diablo
Después de muchas dudas sobre cómo llegar a Valladolid, decido caminar y no me arrepiento. El camino es una línea recta entre pinares con firme de arena blanda por la Cañada de Valdestillas y la Cañada Real.
Paso sobre el Duero en Puente de Duero. Habría que hablar sobre los puentes, podría haber hecho el camino hablando de ellos. Con tantas iglesias con las que me he cruzado en esta andadura, conventos, ermitas y castillos hechos a mayor gloria del señor, reconforta saber que los puentes, que tanto bien hacen a la gente, los hizo el diablo.

Entro en el Pinar de Antequera, se acaba el pinar y desemboco en un descampado limpio con la ciudad a la vista, un puente sobre la circunvalación y el paseo Zorrilla que me llevará hasta el centro de la ciudad, hasta el hotel Plaza Colón que es un regalo que me hago hoy.

Paseo por Valladolid
No debía estar tan cansado como me siento. Supongo que es por la sensación de final del viaje. Doy un paseo justito, con poca curiosidad y me vuelvo al hotel.
Hay en los paseantes un no sé qué. Mucho polo blanco con franjas de colorines: amarillo, azul, rojo. Pantalones de Tergal y raya que hacía siglos que no veía. Mucha camisa por dentro, zapato náutico y mocasín. Supongo que la mayoría viste estándar, pero el conjunto… No sé, no sé. Eso sí, cuando se trata de saltarse la formalidad ¡Qué bárbaro! Pantalones de medio culo o culo fuera, si se trata de romper vaqueros, los destrozan, si hay que pintarse el pelo, morado, las camisetas más hawaianas. No pega, es como si salieran de estampida de un convento.
La ciudad es muy bonita y mi habitación del hotel una buhardilla sugerente. Tiene una mesa frente a la pared, me siento para escribir pero paso más tiempo mirando a la pared que al cuaderno.
11ª jornada. 14 de junio de 2019. Viernes. 23 kms

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