jueves, 1 de agosto de 2019

5. De Cebreros a San Bartolomé de Pinares



A todos los lectores y escritores impenitentes que sacrifican tiempo y pensamiento, solo para vivir más veces y más fuerte

El campo tiene ventanas

El estado de mis pies parece haber mejorado bastante. Prescindo de parches y tiritas y me siento mejor. El suelo es amable, de praderas y arena, pero a última hora cometo un error que me avoca a la carretera los últimos cuatro quilómetros. Cuando faltan dos, llevo los pies recocidos y me pongo las sandalias.

Todos los caminos llevan a un campo de fútbol
El viaje empieza pisando un tramo de calzada romana que me emociona. Vaya usted a saber por qué. Luego enlaza con un camino que desemboca en un campo de fútbol. La dureza de la subida al Puerto de Arrebatacapas (1068) se compensa con un paisaje que va creciendo con mi cansancio. Después continúo por unas navas inclinadas hasta los 1200 metros. 

Terreno de ganado: vacas y caballos. Por los prados voy eligiendo caminos, pasando vallas y cercas, dependiendo de que se interpongan más o menos vacas en mi camino y que me parezcan más o menos amigables. En el altiplano hay mil caminos confusos, sendas de los animales y los ganaderos. Por eso, a pesar de las buenas señales, me despisto algunas veces y me sacan del atolladero ganaderos que, aunque no se les vea, aparecen cuando se les necesita. El campo tiene ventanas, me dijeron para que supiera que todo lo que hagas, aunque te creas en la soledad más absoluta, hay alguien que lo ve. En un momento decido quedarme a cagar detrás de unos enebros. La única planta vertical del paisaje, que me hace como de biombo. A lo lejos cuatro caballos azuzados por un jinete en extraña montura parecen venir en esta dirección, pero están muy lejos. Y cuando estoy en el primer apretón ya escucho nítidos los cascos de los caballos. Decido abortar el desahogo y, no me ha dado tiempo a sujetarme los pantalones, cuando ya es un estruendo el trote de los caballos, que vienen hacia el camino que yo tapono, me asomo detrás del enebro y al verme giran, relinchan, piafan y pasan por delante de los enebros, apenas a dos metros de mí. Detrás aparece el ganadero montado en una Vespino, convertida en moto trialera, a la que ayuda a subir la cuesta remando con los pies. Me saluda sin parar, porque si para no vuelve a poner en marcha el vetusto artilugio.

Salgo de mi atolladero, con los intestinos alborotados, y en el punto más alto del altiplano tengo una vista circular del territorio. Atravieso un cercado con permiso de unas vacas y terneros, cruzo una carretera y cuando quiero pasar otra valla para incorporarme al camino, una cohorte de vacas me espera para hacerme pasillo ¡Tararí que te vi! Prefiero seguir por la carretera, que también es bonito.
Cruzo por praderas de cantueso y comienzo a pensar que bien se merecen un poema. Tomo notas: Penacho de pétalos desorganizados que recuerdan el vuelo de las mariposas al borde de un barranco (Esta es una imagen de la Sierra de Espadán, en Castellón). Su color morado huele desde lejos. Su olor evoca el color morado. Si un color tiene olor no tienes que acercarte para oler.

Música para los caballos

Casi no me duelen los pies y estoy contento. Saco la armónica, por primera vez en el viaje, y doy un concierto a un caballo que al principio se sorprende y recula. Escucha y después se acerca. Cuando me voy le doy un encargo: Ahora vas y lo cuentas. Me propongo intentarlo con las vacas.

Cascorro, pollo al ajillo y literatura

En San Bartolomé de Pinares me alojo en el Hostal El Patio. De madera y oscuro, la primera impresión no es buena. Creo que hubiera hecho bien quedándome en el albergue municipal. Parece que el hostal lo lleva este hombrón de mostacho blanco. Parece que no me ve ni me oye, es incapaz de facilitarme jabón para la habitación, le pregunto el precio y él habla con un parroquiano que acaba de llegar. Con retranca, bromeo y no me entiende, le repito la pregunta despacio, como si fuera extranjero. Entonces aparece ella, una mujer regordeta que habla con voz cristalina y castellano abulense con buen sentido del humor. Ya me ha pasado varias veces, son las mujeres las que llevan la hostelería del camino con eficacia. Da las órdenes precisas al del mostacho, que se bebe un botellín de un trago, me facilita el jabón y a Michel, que ya ha llegado aquí, le conecta el móvil a la Wifi. En el camino he podido seguir las huellas del francés. Él me enseñó a hacerlo.

Buscando un bar paso por la Plaza del Ayuntamiento y veo una estatua de Cascorro que parece ser que se crió aquí. Pregunto a un señor lleno de medallas e insignias de todas las cofradías posibles y resulta ser como el cronista de la ciudad y el dueño del bar al que voy. A los veinte minutos de información sobre la historia del lugar y de España en general invento mil razones para seguir mi visita al pueblo. Intenta que me abran el Ayuntamiento, enseñarme los artesonados de la iglesia, en un momento pasa uno que sabe el riesgo que corre si se para a saludar y le hace un gesto con la mano, sin pararse, pero el cronista tiene algo que decirle y sale detrás de él y yo puedo escapar y esconderme en su bar. Merece la pena el lugar y comería algo, pero llevo el estómago estragado de los macarrones con chorizo y el pollo al ajillo, con mucho ajillo, que me he comido en la fonda al tiempo que me bebía entera una frasca de vino áspero.

Me siento en la iglesia con profusión de madera en la techumbre y el coro. Me siento cómodo aquí. Por la calle me admiro del uso de la piedra a porfía, en la construcción y el adorno.
En la habitación hay una biblioteca con los siguientes ejemplares:

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      Agosto 1914 Soljennitsin.
-        Quo Vadis? Y Los caballeros teutones de Enrique Siekiewicz.
-          El cantar de Roldan. Roncesvalles y Los Caballeros del Santo Grial.
-          Piel de zapa. Honorato de Balzac.
-          Historias de una momia. Teófilo Gautier.
-          Cristianos nuevos. J. Gamarra.




Ni Siekiewicz se llamaba Enrique ni Balzac, Honorato ni Gautier, Teófilo. Entre patético y ridículo resulta la traducción de los nombres. Me leo el cantar de Roldan y tan a gusto. Estoy contento por haber partido la jornada.

5ª jornada. 8 de junio de 2019, sábado. 18 quilómetros

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