jueves, 1 de agosto de 2019

2. De Torrijos a Escalona



Hoy me he acordado de mis amigos que se dedican o se han dedicado a la enseñanza, profesores de cualquier cosa: de historia, de literatura, de catalán, historia de la joyería, danza, educación física, monitores de buceo, de escalada…

Viaje sin mapas

Son las siete y hace frío. Tengo que abrigarme más. Se agradece porque el temor de este viaje era el calor.

He perdido los mapas de esta jornada y parte de la siguiente. Los despistes los soluciono por las bravas: Si no hay camino a la carretera. Cuando ya está a la vista Val de Santo Domingo, veo un caminante a los lejos (aunque en dirección contraria a la mía, y atrocho para tomar esa senda. Acierto y me ahorro unos metros. Hay señales, flechas amarillas, pero pocas, muchos cruces sin ellas. A Val de Santo Domingo entro sin referencias y al llegar al centro me encuentro una concha de cerámica en la pared. Esto sí: conchas bonitas en las paredes y postes en las salidas, pero flechitas en el camino pocas. Val de Santo Domingo-Caudilla. Caudilla fue repoblada por cristiano viejos en el Siglo XII y ahí deben seguir. En la plaza, orgía de banderas, las que más de España, luego de todo lo que se pueda representar con banderas: Europa, Castilla, la del pueblo, supongo. A tono con los símbolos de trapo: yugos y flechas, cruces de San Andrés, victores y una cruz de los Caídos por Dios y por España, que dios los tenga en su gloria. Y al obispo y al párroco también. Y de paso a los dirigentes socialistas de La Mancha.

Las montañas en el horizonte refrescan el paisaje

De Val a Maqueda cambia la sensación. Gredos, en el horizonte, cambia rotundo el paisaje y, en cierto modo, refresca. También ha cambiado el suelo, ahora es de tierra. Bueno, es un decir porque hay gravas de todos los tipos que machacan los pies del caminante. En un momento, una gravilla puntiaguda y afilada convierte cada paso en un quejido de dolor. Parece puesta a mala leche. Me imagino a un concejal tomando la decisión: ¡Que se jodan los del Camino! Pues no quieren penitencia ¡Ahí la tienen!





Apenas hay vegetación silvestre a los lados del camino. Los cultivos, trigo sobre todo, llegan al límite del camino. En un punto, unos treinta metros, hay dos almendros silvestres y otros árboles y matojos. A su sombra, la única de la contornada, se reúnen todos los conejos, urracas y aves que no conozco. En los campos una maquina segadora recoge prematuramente un trigo agostado que apenas ha tenido ocasión de dar grano. Y cuando Maqueda ya está a la vista ¡a la carretera! Otros dos quilómetros de asfalto con rotonda intransitable.



Maqueda es interesante. Aquí, Teresa Enríquez, la loca del sacramento, también fundó hospital o convento. La patrona, Nuestra Señora del Otero conocida como de los Dados. Original mezcla romana, árabe y renacentista. En un bar en el que paro aparece el caminante que vi en Rielves. Apenas un saludo, suficiente para saber que es francés y que no tiene ganas de hablar. Salgo, rodeo un rollo y tomo el camino hasta Escalona, doce quilómetros de buen piso y magnífico paisaje. Cerca de Escalona comienzan las encinas. Cruzo por un arroyo escaso de agua (el arroyo del Borrico tal vez) que alimenta un bosque a sus orillas. En el barro veo las huellas ajedrezadas del caminante francés que me precede y me las aprendo por si en otro momento me sirven para algo.


Danza aérea

En este último tramo, un reactor me entretiene interpretando una danza, entre el estruendo y el silencio, que me hipnotiza: contra el fondo de montañas el avión es invisible, solo el ruido, luego vuela a mi derecha pegado al horizonte y de pronto se empina vertical, sube al cielo con un rugido largo y, cuando casi le pierdo de vista, se calla y se deja caer en silencio, trazando una diagonal, de vuelta a las montañas. Dejo de verle y oírle, una golondrina cruza el camino y la confundo con el avión. Al rato vuelve el estruendo, aparece a mi derecha, pegado al horizonte y se empina… Vuelta a empezar. La danza aérea, el buen camino y el paisaje abierto a Gredos han hecho que me olvide del dolor de los pies.

En Escalona no encuentro alojamiento, los que tenía previstos han cerrado, y termino en el Albergue Municipal, en la escuela. No hay tubería que no gotee. Luego sé que la casa rural que viene en las guías está en el centro de la ciudad y tiene buen precio. Por un prejuicio sobre las Casas Rurales no pregunté ahí. Al final me alegro de la decisión de haber ido al albergue porque, lo mismo que en Torrijos, estoy solo y por eso es bueno.

Escalona también merece una visita. El castillo y su entorno, la plaza, las murallas. Visito la iglesia de San Miguel Arcángel en la que unos niños preparan su comunión, dirigidos por un cura patoso que les hace cantar cancioncillas de esas de curas. En un bar de la plaza pido tal cantidad de comida para merendar que me la tienen que poner en una tartera para llevármela para la cena. Con los camareros bromeo y nos reímos por mi ansiedad.

Recuerdos del Lazarillo de Tormes

Maqueda y Escalona recogen algunas de las peripecias del Lazarillo de Tormes. Esa en la que el Lazarillo hace que el ciego se estrelle contra un pilón y que nos daba tanta risa a los niños, solidarios y cómplices por las desventuras del rapaz.

El Lazarillo me ha recordado a todos los que nos dedicamos a la enseñanza. Hoy el ciego soy yo.







2ª jornada. 5 de junio de 2019, miércoles. 25 quilómetros

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